martes, 26 de octubre de 2010

Machu Picchu

Nunca he sido una persona espiritual. Los chacras, las energías y  la meditación, jamás me llamaron la atención. Sin embargo creo que a mis 25 años he podido entender un mínimo todo ese mundo. Huayna Picchu arriba, a solas con la montaña. Sin más sonidos que los de la naturaleza y con las vistas mas maravillosas del mundo. ¡Qué  momento! ¡Qué lugar!
Cima del Huayna

Nada te distrae, solo piensas en ti, en las cosas que realmente importan y con uno de los siete escenarios más maravillosos del mundo. No sé cómo serán el Taj Mahal, Petra,  la gran Muralla China, el Cristo Redentor, la gran Pirámide de Guizao Chichén Itzá, pero desde luego Machu Picchu me dejó sin palabras, boquiabierta, estupefacta, flipando vamos. A mí, si si, que no callo ni debajo del agua. Muda. Fue un encuentro conmigo misma que no olvidaré.

Con esfuerzo y esa nueva sensación llegué a la cima. Un golpe de realidad me bajó del globo. Y es que por muy contenta que estuviera conmigo misma, el Machu Picchu no deja de ser un espectáculo para todo el mundo y las 400 personas diarias que pueden subir al Huayna Picchu para contemplar desde lo alto el antiguo poblado andino inca y el Machu Picchu, no pensaron:

-          Vámonos, dejemos a Ju que despegue del todo y que disfrute en solitario de este momento y lugar. 

Alejandro!!!!!
¡Qué desconsideración! ¡Mis chacras se cerraron del mosqueo! Sin embargo, estaba muy contenta, nada me iba a estropear el momento, ni siquiera las mil quinientas treinta y tres personas que copaban la cima. Así que encontré mi cuarto de metro cuadrado, y en posición fetal, la misma posición en la que enterraban a los incas para estar bien preparaditos ante su nueva vida, me senté a contemplar la vista. En la foto os la presento, pero espero que todos tengáis la oportunidad de encontrar vuestro cuarto de metro cuadrado en lo alto del Huayna, merece la pena. 

También os pongo la foto típica del condor Ju pasa, especie protegida que conseguimos retratar con miedo a despeñarnos y tirar todo por la borda. 

Cima del Machu Picchu
El descenso, otro cantar. Mucho más complicado. Yo con lo torpiña que soy no lo encontré muy peligroso, pero a mis compis de grupo les pareció que debería estar mucho más vigilado y seguro. Pié en falso y te vas al carajo, pero bueno, es parte de la experiencia. La Pachamama nos cuida.
Llegamos abajo tras momentos duros, curiosos, enternecedores y sustos. Dura, la subida. Curioso, el sentarme a descansar un segundito junto a dos tipos que tras recuperar el aliento e intercambiar un par de palabras, compartían el mismo acento que yo. ¡¡¡Eran de Pontevedra!!! Enternecedor, una pareja que subieron con su bebé de 8 meses a la cima y en su medio metro cuadrado, disfrutaron del momento, juntos, enamorados y con su bebé. Susto… una chica que se cayó y creo que tendrá ese mal recuerdo para toda la vida. En camilla se despidió del risco. Solo espero que esté bien.

Una vez abajo, cogimos fuerzas. En hora y media, sellamos pasaporte, nos dejamos timar por una trozo de Pizza y una Coca-cola, hicimos un pis y de vuelta a caminar. Esta vez nos esperaba la cima del Machu-Pichi. Buen ritmo, anti mosquitos, decisión e ilusión es lo único que hace falta. Un, dos, tres, cuatro… buf… Un, dos, tres, cuatro… A cada persona que me cruzaba, que la verdad no fueron más de 6, les preguntaba que si merecía la pena, que cuanto quedaba, que si me daban un poco de agua, que si un abrazo… Todos; francesas, chinas, mejicana… ponían sonrisa de oreja a oreja y decían que merecía muchísimo la pena. Un par de ellas me dijeron que era lo mejor que habían visto nunca… Claro, con esa contestación, te llenas de fuerza y otra vez. Un, dos, tres, cuatro…buf…un, dos, tres, cuatro…

Tras hora y media de ascenso se abre ante ti la mejor vista del mundo. Sonríes, lo conseguiste. Ahora no hay gente. Es tuya. ¡La leche! 

Despedida de la vista
Pasamos media horita arriba. Poco a poco fueron llegando los 6 integrantes del grupo. Primero mostrando una gran sonrisa, luego enmudeciendo ante la imagen, después compartiendo impresiones y por último fotografiando el momento. Juntos, separados, boca arriba, boca abajo, con bandera, sin bandera, haciendo el pino, la voltereta y el espagar. ¡Lo logramos! Algo que hizo ese momento especial fue Mari. Que poniendo un pié en la cima del Machu Picchu cumplía así un sueño y el sueño de su padre. Con sus ojos llenos de lágrimas consiguió emocionarnos a todos.

El descenso nuevamente duro. Además ya estábamos muy cansados y con ganas de meternos en la cama. Nos habíamos levantado a las 4.30 de la mañana y  eran las 5 de la tarde. Agotadas y contentas cogimos el tren y con gran paz interior, me metí en la cama con las pilas cargadas para enfrentarme a una semana más en Huchuy Yachaq.

5 comentarios:

  1. :) Sin palabras me dejas, Ju....y ya sabes que también es bastante complicao!! disfruta mi niña, disfruta mucho....

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  2. Siempre he querido estar allí y por como lo cuentas tiene que ser aun más emocionante que en mi imaginación. A ver si yo también tengo la suerte de vivirlo.

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  3. Mi niña, solo te voy a decir una cosa...además de etsra alucionada...Blanch no sabe si entrarás o no en paz contigo misma, peor lo que viene siendo hacer pierna...otro rollo...entre esta escalada y la que haces a diario...jejejje!!

    Bromas aparte...me he emocionado hasta yo..llévate algo de mí en la mochila y continúa transmiténdonos tan bien las sensaciones. No es lo mismo, per leyendo esto, quieres vivirlo!!
    A SEGUIR DISFRUTANDO!!!!

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  4. Ju! te adoroooo!!
    Me emocionas, de verdad!disfruta cada minuto!

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  5. me paso lo mismo , la energia que existe en ese lugar es muy , muy especial , yo tuve la suerte de visitarlo con menos gente , me encanta tu aventura y disfrutala .

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