jueves, 20 de enero de 2011
Fin!
Dicen que este es "un viaje que cambia vidas, que da tanto como lo que tu puedas entregar de ti misma"
miércoles, 19 de enero de 2011
Yo empecé por Cusco
A las 9 de la mañana me desperté con una alarma muy diferente al ya habitual estruendo que suponía mi alarma peruana. ¡Qué sustos llegó a darme la tía!
Estaba todo oscuro, calentito, blandito... Me senté en la cama sobresaltada y Mari no estaba al lado... Sabe ocupa ahora su lugar. Qué raro me resulta y eso que he compartido toda mi vida con ella y no más de 3 meses con la tía Mari.
Marco y Jimmy con su regalo de Navidad |
Con Livia y Guido |
Al sentarme y poner los pies en el suelo, ya no tengo que buscar las botas de montaña y revolver el cuarto entero en busca de un rollo de papel higiénico para ir a hacer cola al baño. Ahora, descalza por la moqueta suavesita, puedo caminar con los ojos cerrados al baño, donde dispongo de 24 suaves rollos y de una toalla que cuando me seco la cara descubro que huele a Nenuco, mmmmm.
Y el café... otro rollo. Se acabó el jugarse la vida enchufando un microondas, abrir una lata de leche concentrada con un tenedor y el tener que ir a comprar el pan en pijama sorteando charcos cuesta de San Blas arriba. Ahora todo está en su sitio, está rico y huele bien.
A Estefani Papa Noel le trajo un balón |
Es una idea que no deja de darme vueltas desde que llegué. ¿Cómo es posible?
Experiencias como la mía nos permiten poner los pies en la tierra y valorar las cosas dándoles la importancia que tienen. Al final todo se reduce a las personas. Y es la conclusión de mi maravilloso viaje por Perú, que aunque ya finalizado, de alguna manera siento que no ha hecho más que empezar. Porque me he llevado mucho, pero mucho muchísimo. Mucho más de lo que yo he podido aportar. Me llevo una manera de ver la vida totalmente diferente y creo no exagerar si escribo que mi vida después de Perú será mejor. El cuento de hadas está muy bien, no hay que dejar de disfrutarlo y de dar gracias por vivir como lo hacemos, pero siempre conscientes de que lo que nos rodea es un mínimo círculo en el que jugamos nuestra vida, pero este juego tiene muchísimos más tableros que no hay que descuidar.
Experiencias como la mía nos permiten poner los pies en la tierra y valorar las cosas dándoles la importancia que tienen. Al final todo se reduce a las personas. Y es la conclusión de mi maravilloso viaje por Perú, que aunque ya finalizado, de alguna manera siento que no ha hecho más que empezar. Porque me he llevado mucho, pero mucho muchísimo. Mucho más de lo que yo he podido aportar. Me llevo una manera de ver la vida totalmente diferente y creo no exagerar si escribo que mi vida después de Perú será mejor. El cuento de hadas está muy bien, no hay que dejar de disfrutarlo y de dar gracias por vivir como lo hacemos, pero siempre conscientes de que lo que nos rodea es un mínimo círculo en el que jugamos nuestra vida, pero este juego tiene muchísimos más tableros que no hay que descuidar.
No os podéis ni imaginar la de gente que conocí que invierte un ratito de su vida en ayudar a los demás. Son muchas las personas que como yo, deciden detenerse un momento y echar un vistazo alrededor. Dar 130 besos de buenos días, 130 de buenas tardes y 130 de buenas noches hacen que el beso que te daban tus padres al irte a dormir pueda llegar a emocionarte 20 años después. Aprovechar cualquier resto de cereal para preparar comida para un regimiento, o los rollos de papel higiénico terminados para pasar una tarde de risas haciendo lapiceros y construcciones varias. Las servilletas ya no solo sirven para limpiarse la boca. De ellas pueden salir mil flores preciosas y con ellas mil sonrisas. Todo sirve, todo vale y dibujar una sonrisa es lo más fácil del mundo y a la vez lo más gratificante.
Carros de todos los colores |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)